lunes, 7 de julio de 2014

¿Morir...?

Me encontraba tirada en el suelo de un horrible y solitario cementerio, horrible porque era solitario, solitario porque nadie los recordaba, nadie nos recordaba.
La noche se acercaba mientras yo yacía allí, y el silencio que había me ensordecía.
Y cuando por fin la oscuridad acaparó todo lo que se podía ( y no ) ver, el frío se apoderó de mí. Era un frío cálido, era algo que me hacía recordar que yo seguía viva, al contrario de todos esos cuerpos que en su momento habían estado vivos y llenos de alegría y tristeza.
Pero quizá ese era el problema, que yo ya no sabía lo que era el dolor o la felicidad, no sabía cuáles eran los sentimientos que me tenían que hacer sentir viva.
Por ello me encontraba allí, sin vida, porque morir no es quedarse sin aliento, morir es perder, olvidar las ganas de vivir.