viernes, 5 de septiembre de 2014

Dolía.

Recuerdo que dolía. Recuerdo que todos y cada uno de nuestros últimos besos me dolía. Recuerdo que mi corazón empezó a sangrar antes de tiempo, avisándome de todas esas heridas que me ibas a causar.
Sin darme cuenta ya sabía que en el último beso de ese día todo terminaría. Yo sólo intentaba recordarte que nunca dejaría de amarte por mucho que lo intentase día y noche, porque notaba como nuestras almas no querían separarse. Pero qué más da lo que yo notara, lo que de verdad importaba era lo que tú querías, y lo que tú no querías era a mí.
Finalmente, todos los tulipanes, absolutamente todos, se mancharon de rojo, para dejarme llorar en mi nuevo lugar favorito, allí donde iba cuando algún pedazo de mí se volvía a despegar por culpa de recordar.

viernes, 29 de agosto de 2014

Donde el dolor físico no importa.

Sentía que mis venas ardían, mi cabeza daba vueltas, pero yo seguía corriendo para escapar de todo, absolutamente todo. Estaba lloviendo tanto que no podía ver más allá de unos pocos milímetros, pero quién sabe si fuera de mí también caían tantos relámpagos.
Y sentía como mis músculos me fallaban cuando más los necesitaba, mis huesos del cuello eran incapaces de sostener mi cabeza, al igual que mis ojos eran incapaces de impedir que mis lágrimas cayeran.
Estaba cansada de despreciarme, de odiar cada parte de mí, incluso aquello que en su momento me hizo sentir única y feliz.
Al mismo tiempo que llovía, también podía ver como todo ardía tanto o más que mis venas.
Por dentro no paraba de pedir que todo eso parará de una vez por todas, no quería pasar por todo eso.

Estaba sola en mi propio infierno, donde el dolor físico es la menor preocupación, donde el dolor es tan intenso que hasta el latido del corazón te hace sufrir, donde vivir es lo peor que te puede estar pasando. Sola en mi infierno, porque nadie puede compartir las torturas que te esperan allí. A cada uno le toca un sufrimiento distinto, ya que nadie se salva de pasar por el infierno.

Allí el silencio me ensordecía. Pero por fin me quedé sorda, y ciega por culpa de todas esas lágrimas, y muda por todo ese humo tragado del fuego.
Doy gracias a que ya no pude escuchar a nadie más diciéndome mentiras, a no poder ver esas miradas que me juzgaban, a no poder decir nunca más lo que estaba sintiendo.

sábado, 23 de agosto de 2014

¡Novedades!

Pues sí, digámoslo así, "novedades".
Antes que nada, nuevo nombre. ¿Por qué? Hay cosas que se tienen que dejar en el pasado, ya que queremos cambiar, queremos olvidar, y eso es lo que yo quiero. Aunque no tiene nada que ver con que vaya a escribir sobre otros temas, para nada, voy a seguir escribiendo como siempre he hecho, sobre mí, sobre mis sentimientos, sobre mis problemas, con  mi querida imaginación.
n00nsense ha pasado a la historia. Fue bonito mientras duró, como muchos dicen.
tienenmiedo eres bienvenido a mi vida, eres bienvenido a la nueva etapa de este olvidado blog.
Y a esto venía yo, a que va a dejar de ser el olvidado blog de Eulàlia, que ya sé que nadie me echa de menos, pero yo sí echo de menos escribir de vez en cuando.
Entonces, os quería decir que a partir de ahora, cada viernes (a la hora que pueda) subiré alguna cosita que haya escrito.
Y con esta gran noticia me despido, espero veros en los comentarios o en nuestros sueños compartidos.

lunes, 7 de julio de 2014

¿Morir...?

Me encontraba tirada en el suelo de un horrible y solitario cementerio, horrible porque era solitario, solitario porque nadie los recordaba, nadie nos recordaba.
La noche se acercaba mientras yo yacía allí, y el silencio que había me ensordecía.
Y cuando por fin la oscuridad acaparó todo lo que se podía ( y no ) ver, el frío se apoderó de mí. Era un frío cálido, era algo que me hacía recordar que yo seguía viva, al contrario de todos esos cuerpos que en su momento habían estado vivos y llenos de alegría y tristeza.
Pero quizá ese era el problema, que yo ya no sabía lo que era el dolor o la felicidad, no sabía cuáles eran los sentimientos que me tenían que hacer sentir viva.
Por ello me encontraba allí, sin vida, porque morir no es quedarse sin aliento, morir es perder, olvidar las ganas de vivir.

domingo, 25 de mayo de 2014

Necesito aire.

¿Qué hago yo aquí?
Encerrada en mí misma todo el tiempo.
Sin nada que decir.
Sin nada que escuchar.
Cansada de las notas musicales y de los pájaros.
Sintiéndome mentirosa.
Y es que todo me preocupa.
Y es que nada me importa.
Cerrando los ojos la muerte me llama.
Pero el dolor me calma.
Es más, no puedo dormir.
Podría dejarme llevar.
Podría dejar de buscar.
Podría parar.
Necesito respirar.
Sin embargo quiero desaparecer,
para no volver.

sábado, 1 de marzo de 2014

Encerrada.

La música llegaba a mi cerebro suavemente, acariciando mis oídos, dándome un placer que solo se consigue cerrando los ojos y haciendo del latido de mi corazón un imperceptible balanceo. Pero mi balanceo no estaba al compás de mi corazón, ni tampoco mis ojos estaban cerrados a causa de ese gran placer llamado música. Mi movimiento iba al ritmo de mis sollozos y mis ojos estaban cerrados para que de alguna manera, esas lágrimas desafiaran las leyes de la gravedad y volvieran a ellos. Mis manos, en vez de chasquear junto al sonido que fluía por mis orejas, estaban sujetando varias cuchillas, más grandes, más pequeñas, manchadas de sangre, limpias. Por un momento, la calma, se apoderó de mi pulso para facilitarme el trazo de una gran y profunda marca que nunca desaparecería de mi piel, ni de mi piel ni de mi corazón. Notaba como las gotas de sangre caían sobre mis piernas haciendo un precioso cuadro de lo que es la desesperación, el cansancio, el miedo.
Las canciones habían terminado, ya solo quedábamos la oscuridad, el silencio, mis demonios y yo. 
Yo intentaba levantarme, buscaba la salida de ese infierno, necesitaba salir de allí, pero todo no es posible.
Cada vez los cortes son más profundos, mi mirada está más perdida. Ya no hay ninguna puerta por donde salir, estoy encerrada.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Despertar en su propio infierno.

Riiiiiiiiiiiiing.
Sus negros ojos se abren de golpe, asustados por la luz del día, que no parecen tener ningún sentimiento para expresar. Desliza su brazo para llegar a la máquina que emite ese ruido tan molesto.
Riiiiiiiiii-.
Todas las luces de esa casa están apagadas. Se levanta dejando caer sus pies sobre el suelo helado, poniendo todo su cuerpo derecho para no caer. Anda hacia el lavabo, enciende la luz, ni siquiera mira al espejo para ver su apariencia, prefiere no hacerlo, no quiere llorar ahora, no tan pronto. Mira hacia el váter, pero gira su cabeza donde está la ducha. Entra, y deja caer encima de ella esa lluvia de agua limpia que está ardiendo. Sus músculos se relajan pero caen lágrimas saladas de sus ojos. 
Ya fuera de la ducha su cuerpo empieza a temblar de pies a cabeza. Se viste con una camiseta quizá tres tallas más grande de lo que ella debería usar, pero eso se ponía hace uno meses, luego unos pantalones también demasiado grandes, se pone un cinturón con muchos agujeros hechos a mano, al máximo, del pantalón le sobra más de un puño. Se tapa con una sudadera que cubre toda esa ropa que tan grande le va, se hace un moño con su largo pelo negro, y se dispone a mirarse en el espejo. Se mira, sus ojos no dicen nada pero su cabeza empieza a hablar, a decir cosas que ella no quiere escuchar. Encuentra en ella millones de defectos, no sabe qué más hacer, hace un pacto con el espejo, "Yo hoy no como si tú haces que esta voz se calle", aunque sabe mejor que nadie que ese espejo no cumplirá su parte del trato, lleva días diciéndole eso y no hay ningún resultado.
Sale de casa con esos ojos, que solo dejan ver muerte, bien abiertos, y con sus frías manos dentro del bolsillo sujetando el teléfono móvil. Hoy prefiere no escuchar música, quiere dejar que esa voz vaya hablando de fondo mientras el ruido del tráfico va aumentando. 
- Buenos días, ¿qué quiere tomar hoy?
Mira a la chica que le está atendiendo, con esa sonrisa de blancos dientes, pretendiendo sacarle una sonrisa a ella.
- Ehm... Un té... Cualquiera. - le susurra a la chica.
- ¿No quieres nada de comer? 
Entrecierra los ojos, con cara de odio.
- No. 
Asiente y se va. Se sienta en el primer sitio que ve vacío, sola. Le sirven su té y ella lo rodea con sus manos, para que se calienten. Siente como de golpe se empieza a marear y mueve la cabeza para los lados para no perder el conocimiento, aquí no, no en público.
Busca su muñeca entre la ropa y encuentra un reloj clavado en su fina piel. Se levanta, paga, y se va, andando lentamente, con miedo a que el frío de la calle le dé una bofetada en la cara. 
Camina sin rumbo. Camina, camina, mira un estante de un tienda de ropa, sigue caminando, y sigue.
Llega a un edificio muy conocido para ella, es allí donde muchas veces ha contado a una persona desconocida sus mayores temores.
Entra a la portería y mira a su alrededor.
- ¿Estás bien? - dice la recepcionista.
Ella ni le contesta y da la vuelta. Le da igual que sepan que ha ido pero no se ha quedado. Le da completamente igual. Por muchas veces que ella cuente lo que escucha y lo que ve, nadie conseguirá ayudarla. Simplemente se rinde.
Y empieza a correr hacia la playa, que se encuentra a pocas calles. Cuando llega se está ahogando, piensa que su corazón se parará si cierra los ojos, tiene miedo de que sus pulmones decidan dejar de respirar. Se tira encima de la arena, y empieza a tocarse su vientre plano, que notan las manos como cuchillos. Sus ojos empiezan a dar vueltas, y ella intenta ponerse derecha. Y esa voz le dice '¿Pensabas que ser perfecta era tan fácil? Eres débil, nunca lo vas a conseguir.' Se cae, y un chico parece ir corriendo hacia ella, pero lo aparta sacando las fuerzas que no tiene y echa a correr hacia su casa. Allí le espera su lugar favorito, donde se ha dañado a sí misma tantas veces, su habitación, donde ella antes dormía feliz y sin miedo de despertar, donde empezaron a aparecer esos fantasmas que la amenazan día y noche.